Algo está por suceder y no lo saben con certeza, pero hay un aire diferente desde la mañana. Aguardan… y la espera se llena de flores y esperanzas.
De pronto escuchan una marcha nupcial que capta la atención de todos. Él entra de traje y corbata, y su orgullo lo comparte a montones. Ella atraviesa el umbral de la puerta poco después, deslumbrante con su vestido de blanco. Aplausos colmados de euforia recorren el salón. Celulares y cámaras graban el instante para la historia y entonces, el “sí quiero”, hace palpitar los corazones.
Las lágrimas brotan de los ojos de la novia. Es incapaz de contener la emoción y no solo por lo que representa sellar un pacto de amistad y cariño con René, sino porque su familia hoy hace realidad un gran sueño, esa familia a la que no la unen lazos de sangre, mas sí de amor. Anaily es su nombre, y vive en el Hogar de Impedidos de esta ciudad, desde hace ya treinta años.
“Cuando conocí a René me di cuenta de que me miraba. Le pregunté: ¿Tú estás enamorado de mí?, y me respondió: Sí“, confiesa. Así empezó una bonita relación llena de sentimientos puros. Él dice que conoce el amor, es justo lo que siente en el pecho por su Anaily.
La vida de ambos no ha sido fácil, marcada por limitaciones físicas y mentales, pero el amor salva; y ellos son la prueba.